Momificación de los antiguos monjes budistas.
Muertos en vida por Buda
Todos sabemos que la momificación ha sido una práctica habitual en numerosas culturas desde hace miles de años. Para ello, se han usado técnicas diversas de conservación con la base común de que eran aplicadas una vez fallecida la persona. Pero en Japón, durante buena parte del pasado milenio, un grupo de monjes budistas desarrollaron su propia técnica, con un largo y doloroso proceso que los llevaba a convertirse en auténticas momias vivientes.
El término Sokushinbutsu significa literalmente “conseguir la budeidad en vida”, o por lo menos ese era el propósito de los monjes que decidían seguir ese camino para morir convertidos en lo más cercano para ellos a la divinidad o a su venerado Buda. El proceso no era practicado por todos y de los que lo realizaban, solo unos pocos llegaban a conseguirlo.
Todos sabemos que la momificación ha sido una práctica habitual en numerosas culturas desde hace miles de años. Para ello, se han usado técnicas diversas de conservación con la base común de que eran aplicadas una vez fallecida la persona. Pero en Japón, durante buena parte del pasado milenio, un grupo de monjes budistas desarrollaron su propia técnica, con un largo y doloroso proceso que los llevaba a convertirse en auténticas momias vivientes.
El término Sokushinbutsu significa literalmente “conseguir la budeidad en vida”, o por lo menos ese era el propósito de los monjes que decidían seguir ese camino para morir convertidos en lo más cercano para ellos a la divinidad o a su venerado Buda. El proceso no era practicado por todos y de los que lo realizaban, solo unos pocos llegaban a conseguirlo.
El proceso de auto momificación
No se sabe a ciencia cierta en qué momento y quien inventó el ritual que se aplicó durante casi nueve siglos con ligeras variaciones y que podía llegar a durar hasta 10 años. El proceso se dividía en tres periodos de unos 1000 días cada uno.
Días 1 a 1000
En
la primera fase, el monje comenzaba a practicar una austera dieta a
base de frutos secos, harina de trigo y nuez moscada. Los frutos secos
se limitaban a los que se podían encontrar en los bosques de los
aledaños del monasterio. Esta fase tenía como propósito eliminar la
grasa corporal de forma drástica ya que es la grasa lo primero que se
descompone tras la muerte. La dieta se acompañaba de un ejercicio físico
constante y al terminar la etapa, los monjes con índices de grasa
corporal prácticamente inexistentes, eran tan solo hueso y fibra.
Días 1001 a 2000
En
la segunda fase, la dieta se hacía todavía más austera y ascética,
consumiendo solo ciertas raíces y corteza de pico. La dieta se combina
con la ingesta de un té venenoso elaborado a partir del árbol
Urushi.(árbol de la laca (Toxicodendron vernicifluum). La savia se
utiliza generalmente para lacar vajilla, muebles, joyas, instrumentos
musicales, etc, por lo general deja un duradero y brillante acabado.)
Este veneno tenía el efecto de matar a los gusanos que habitaban el
cuerpo, aparte de envenenar gradualmente el organismo para evitar que
tras la muerte los gusanos corrompieran el cuerpo. El veneno también
provocaba vómitos y el lógico descenso de los fluidos corporales.
No
hay que olvidar que todo el proceso es realizado de forma voluntaria
por el monje, que acompaña y mitiga su dolor con la continua oración y
los mantras cantados. Finalizado este proceso, el monje ya parece un
muerto en vida, con un cuerpo venoso y débil que apenas puede realizar
tarea alguna.
Días 2001 a 3000
Este
es el último trayecto hacia el camino sagrado del monje que es
enterrado en vida a unos metros bajo el suelo en una caja de madera con
las medidas justas para que pueda colocarse en posición de loto. En el
ataúd se introduce cierta cantidad de raíces y corteza para que pueda
seguir alimentándose y se introduce desde el exterior una caña de bambú
para que pueda respirar. El monje hace sonar una campana todos los días
para que el resto sepan que continúa con vida, el día que la campana ya
no suena, se retira la caña de bambú y se sella la tumba durante mil
días. Pasado ese periodo, los monjes abren la tumba para comprobar si el
proceso de auto momificación ha funcionado. Si pese a todos los
esfuerzos el cuerpo se ha corrompido, el monje es enterrado con honores
especiales. Si se ha momificado de forma natural es colocado en el
templo y venerado a partir de entonces como a Buda.
A
mediados del siglo XIX el Sokushinbutsu fue prohibido en Japón, pese a
ello, estos monjes que todavía se conservan en algunos templos son
venerados como auténticos budas, quizás como recompensa a todo lo que
sacrificaron para conseguirlo.
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